Nació en 1914 y aprendió el trabajo de la arcilla a partir de las enseñanzas de su madre, Petronila Antihueno, mientras le ayudaba a bruñir y decorar ollas, fuentes y platos de greda. En su labor creadora, destacan sus reconocibles figuras montadas a caballo y las figuras sobre esferas. En 1956 le fue otorgado el Premio de Honor del XXVI Salón Anual de Artes Plásticas de la Sociedad Tanagra de Chillán, decisión que desató polémicas respecto a la pertinencia del resultado, pues algunos críticos pusieron en duda la cualidad artística de sus obras por “carecer de originalidad”. Otros ratificaron su capacidad inventiva a partir de los rasgos expresivos que otorgaba a sus obras, así como a la innovación formal. Participó como representante de Quinchamalí, junto a otras alfareras, en la segunda verisón de la Feria de Artes Plásticas desarrollada en el Parque Forestal en 1960. En 1966 recibió la mención honrosa del concurso “El juego de ajedrez” convocado por el Instituto de Extensión de Artes Plásticas y la editorial Lord Cochrane, con una interpretación personal de dicho juego. Se convirtió en un referente para las nuevas generaciones de alfareras y en una maestra. Asimismo, formó parte del Taller Sol Naciente en la década de 1990, donde enseñó a modelar y esgrafiar la greda, hasta su fallecimiento en 1994.